Santiago Sarandón: «Hay modelos de hacer agricultura que son insumodependientes y no todo el mundo tiene dinero para comprarlos»

Santiago Sarandón es Ingeniero Agrónomo, Profesor Titular de la Cátedra de Agroecología de la Facultad de Ciencias Agrarias y Forestales (UNLP) e investigador principal de la Comisión de Investigaciones Científicas (CIC). En conjunto con Cecilia Flores editó el libro Agroecología: bases teóricas para el diseño y manejo de Agroecosistemas sustentables, material que está disponible en SEDICI desde junio de 2014 y que forma parte de la colección Libros de Cátedra de la Editorial de la Universidad Nacional de La Plata.

En esta entrevista cuenta cuáles son hoy los desafíos de la agricultura, cómo la universidad les hace frente y cuáles son las discusiones que se están dando a nivel académico. En relación a los Libros de Cátedra, digitales, legales y gratuitos, destaca su adhesión a la iniciativa y afirma que «van en camino de una nueva concepción de la ciencia».

 

¿Cuáles son los nuevos desafíos de la agricultura?

Sin dudas existe la necesidad de cambios radicales. Lo que hoy se está poniendo en duda es si queremos seguir con este modelo de producir alimentos por las consecuencias que trae aparejadas: los problemas ambientales, la degradación de los suelos, problemas de contaminación por fertilizantes, pesticidas. Por otro lado, es necesario conocer que hay modelos de hacer agricultura que son insumodependientes: los últimos cincuenta o sesenta años de generación de tecnología para el agro han estado basados en generar una tecnología que requiere insumos y el problema es que no todo el mundo tiene dinero para comprarlos. Todo esto hace replantear la necesidad de un nuevo modelo que debería ser capaz de producir y de eliminar, o al menos minimizar, estos impactos. Ahí aparece una ciencia nueva, la agroecología, que es la aplicación de los conocimientos de la ecología a la producción de alimentos.

 

De hecho ustedes hablan de la agricultura industrial como destructora de saberes acumulados al erradicar todo este conocimiento.

Nosotros pertenecemos a la universidad y esta ha sido definida y entendida como la entidad generadora por excelencia de conocimiento y cuando se habla de esto se habla de conocimiento científico; eso fue la universidad, el surgimiento de la ciencia para dar luz sobre las tinieblas. Y fue tan potente esa idea que a nosotros nos parece que todo lo que no es científico no es conocimiento, y eso es un error. Los agricultores conocen muchísimas cosas por prueba y error y es un conocimiento que les permitió vivir miles de años sin que existiera la ciencia formalmente. Nosotros tuvimos la soberbia de ni siquiera intentar entenderlos y siempre creímos que lo que teníamos que hacer era iluminar sus capacidades con los conocimientos que traíamos de la facultad. La agroecología entiende eso, hace un mea culpa y reconoce que el agricultor sabe de una manera y que el ingeniero agrónomo sabe de otra, y eso es un diálogo de saberes. Eso es fácil decirlo, pero es muy difícil de aceptar.

 

¿Cómo está cubriendo la UNLP estos nuevos desafíos?

La Universidad, a través de la Facultad de Ciencias Agrarias, desde el año 1999 decidió cambiar el plan de estudios y entre las innovaciones se decidió incorporar Agroecología como una asignatura obligatoria. En ese momento se entendió que se necesitaba un perfil de profesional más flexible, que sea capaz de trabajar con aquellos que pueden comprar insumos y con aquellos que no.

 

¿Qué papel tienen las grandes empresas de agroquímicos a la hora de difundir o acallar estos modelos?

Aquí no hemos recibido ni sugerencias ni amenazas de ninguna empresa de ningún tipo. Nosotros somos un grupo que no recibimos subsidios ni hacemos­ convenios con empresas. Creo que eso es algo con lo que la universidad pública debería ser muy cuidadosa: la aparente ventaja a corto plazo que significa contar con subsidios de empresas puede restringirte la posibilidad de ser libre en tus opiniones, no sólo de lo que ya estás haciendo sino hasta de elegir líneas de investigación. Creo que lo que la sociedad no le va a perdonar a la universidad no es que no tenga plata, sino que no haya pensado libremente.

 

¿Existen otros escollos?

Un problema muy serio que viene discutiéndose es el miedo al no avance curricular. Desde hace quince o veinte años los profesores y los investigadores están preocupados por su propio curriculum y no por atender con sus investigaciones a las demandas de la sociedad. Hoy yo le tendría más miedo a las dificultades que genera el poder sobrevivir en este sistema que a la presión que pudiera haber de algunas empresas.

 

¿Han tenido alguna devolución por parte de los alumnos en relación al libro?

Los alumnos lo han descargado ya que nosotros colocamos el link en la página que tenemos dentro de la página de la facultad para manejarnos virtualmente. Está muy ordenado para ellos, tiene preguntas al final que los guían y les ha solucionado disponer de un material en forma ordenada y actualizada. Nuestros alumnos lo valoran y otros de distintas facultades –tanto argentinas como de otros países- también porque no había una obra así.

 

Hablamos de la responsabilidad de los científicos y de la universidad, ¿hay también responsabilidad social en la aplicación de este modelo?

Por supuesto. Nosotros creemos que es un modelo más inclusivo y por lo tanto, es mucho más factible que más agricultores lo puedan usar, porque no depende de conseguir dinero para comprar cosas, sino de construir conocimiento adecuados y diseñar el sistema de manera tal que funcione correctamente. Otra cosa que nosotros resaltamos es la permanencia de los agricultores en el campo. Si los sistemas son más vivibles y cumplen con requisitos no sólo económicos sino también socioculturales muchos agricultores se van a quedar en el campo y eso es importantísimo porque ese agricultor que vive ahí tiene una mejor capacidad de manejarlo correctamente y de entender lo que está pasando, detectar, controlar. La principal preocupación nuestra es que se deteriore menos el medio ambiente y que este modelo pueda ser utilizado por más cantidad de productores.

 

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